Katsushika Hokusai
40° 47´ 6.3276” N
73° 58´ 5.8260” O
El otoño no era una metáfora, llevaba el
peso específico de una sonrisa, dolía como un mal de muela, como una
onomatopeya, como un artefacto de pirotecnia sideral, como todo lo que habitaba
el mundo antes del verbo; con precisión de boticario, repasamos todo lo que el
mundo había guardado en una tumba poco profunda; para exhumar nuestros nombres,
sacrificamos brazos y piernas, encendimos piras en los museos, en los
escaparates del pecho, en los rascacielos, incendiamos el otoño mismo, el otoño
que no era una metáfora, que dolía con un pesar indecible.
Pálida arca de insectos (fragmentos)
I.
Qué es sino el propio cuerpo
dentellado del silencio,
un epíteto de viento
al borde animal de la flama
el aliño blando de sus piernas
deslizándose naval sobre el tiempo
una pálida
arca de insectos
un
infinito festín
celebrando
el espíritu
la
certera muerte
una tripulación de átomos panegíricos
entre dos orillas idénticas
el
capricho del amor y las cenizas
en una chispa, casi sin más, besando el arrecife, el final,
la orilla.
XIII.
.Desmembrado, absurdo
Con miles de trabas en las manos
Como si esta curva infinita fuera otra cosa que unos muslos
Un
sol o un disparo
Un silencioso estrepito de cuerpos celestes
Tan súbito como la penumbra
Como esa muerte antes del tacto y después del tacto
Y en el medio sobrepuestos
Y todo fuera solo una inmensa pausa
El ojo amurallado de una memoria abisal tan antigua como los
peces
El furioso interior de las células
El vapor interminable de las arterias
La secreta caravana de la sangre
El estremecimiento larvario de las entrañas
Y todo
Absolutamente
todo
Solo
un intento de nube
Un
último abrazo
Un
evaporarse…
XXVII.
Me levanto a verte
Desde el castillo de proa
Con el viento en franco
(sales) desnuda de la nada
Con el liken de la piel en ciernes
El arca palida, el eden que decriben
los que han buscado dioses en las hogueras
los cuentos impunes
de los paganos
del sol de las profundidades
que aspira sobre las criptas de occidente
la balada de la mar
salada
y tu tacto valia muchas vidas
el vasto espejo del cielo
y de ti provenían las palabras
que presagiaban el fin del mundo.
Comentarios
Publicar un comentario